Os quiero hablar de algo muy
curioso y maravilloso que está pasando entre mis “bajoques” astronautas. (Para quien no me conozca, así llamo a mis alumnos y alumnas, siempre con mucho cariño)
Es normal que los niños/as se peleen,
se peguen, se insulten, no “se ajunten más” o “ya no sean amigos”. Esto pasa
muchísimas veces al día.
-Son cosas de niños- Dicen las
familias que son capaces de no meterse entre los asuntos “menores” y no salir
en defensa de su cría cual leona salvaje. (O león).
La gran maravilla ocurre
cuando unos segundos más tarde ellos solos se vuelven a “ajuntar” y son capaces
de idear una nueva aventura fantástica en la que divertirse. El rencor dura muy
poco en los niños y niñas felices, empáticos y sanos emocionalmente hablando.
Pues bien. En el ámbito
educativo, estas rencillas van seguidas de la creación de toda una comitiva que
recorren la gran distancia de cuatro metros de un patio, plagado de otros
cientos de niños y niñas al sol, en busca de su seño: LA GRAN SALVADORA.
Ella o
él deben mediar en estos conflictos. En diez años de experiencia son muchísimos
los discursos que he oído y se repiten a diario. Algunos me encantan: sois
todos amigos, no os peleéis. Todos los niños de la clase pueden jugar. Dile a Mariquilla
que no pegue. ¡Claro! Estáis jugando a lo bruto. No se pega. Si le pegas a un
amigo no querrá jugar contigo. Al rincón de pensar, de construir, del
aburrido…. (Hay mil nombres para este rincón, sinónimos de: unos minutos
castigado/a sin jugar y piensa en lo que has hecho). Dile que venga que lo voy
a arreglar. Y cuando la susodicha criatura llega ante la Seño, tiritando de
miedo, con lagrimillas en los ojos se le dice: No pegues. Pídele perdón y dale
un beso y que no vuelva a ocurrir.
En fin, lo de todos los días. Los
mismos que pegan, los mismos que se chivatean, los mismos que consuelan y
vuelta a empezar.
¿Cómo podemos evitar esto? Los
conflictos son inevitables y nos enseñan a madurar, a resolver nuestros
problemas, a empatizar, a crecer como personas. Digamos esto a nuestros “bajoques” con sus palabras para que lo
entiendan. O al menos eso pensé yo hace un año. Y empecé en mis mini
sesiones de inteligencia emocional (es decir, casi todo el tiempo en el aula,
en la asambleas, en el patio, antes y después de una excursión, en
psicomotricidad, etc. etc. etc.). ¿Qué es lo que les dije? Pues eso mismo, que
pelearnos es inevitable. Que a veces no nos podemos contener. Pero les pregunté cuál era la mejor manera
de responder ante un ataque tanto verbal como físico. Ellos mismos me dijeron
un sinfín de respuestas positivas.
-Seño, ¿Y qué pasa si alguien
pega?-. Uy, dije yo. -A ver Solo hay dos
formas de hacer las cosas, Bien o super bien. Si alguien no lo ha hecho así, es
que SE HA EQUIVOCADO-. Esto les ha quedado grabado a fuego. Y ahora cada vez
que algún “peque o peca” pega, empuja, insulta, pues le llamo a mi lado sin poner
cara de ogro y le pregunto -Pero, qué raro lo que ha pasado, ¿no? ¿Qué te ha
pasado?- Y todos contestan: -Me he equivocado-.
Yo no les he pedido en
ningún momento que digan esta fórmula. Sale de ellos mismos decirlo así. E
incluso me ha ocurrido con niños de otras clases y en otros contextos. Para mí
está genial. Algo ha ocurrido entre ellos que le ha llevado a pegar, a insultar,
a empujar (eso está bien, está mostrando enfado, desagrado, ira…. EMOCIONES)
Ahora sabe qué le ocurre. Y sabe que su reacción no ha sido buena. Y me da la respuesta
que en su opinión debería haber
elegido. Y seguidamente sin juzgar sus palabras le pregunto ¿Cómo crees que se
está sintiendo tu amigo?- (el cual llora desconsolado en el suelo). – Triste-
Dice arrepentido. Vale. Añado yo, piensa y haz lo que creas que va a ayudar a
tu amigo, cuando tú te creas capaz de hacerlo.
Con toda esta experiencia que está
ocurriendo ahora mismo con mi grupito de “bajoques” me he planteado escribiros,
contaros como con inteligencia emocional estamos resolviendo nuestros
“pequeconflictos” y cómo así estamos aprendiendo, creciendo y conviviendo.
Espero vuestras experiencias y
críticas (siempre constructivas).
Jess.
¡Hola Jéssica!
ResponderEliminarEn primer lugar, me encanta la labor que haces... y la manera en la que te diriges a tus "bajoques". Es muy interesante ese enfoque porque les hablas como a personas adultas, pero con un vocabulario que ellos son capaces de entender... Consigues que piensen, que razonen, que empaticen... Creo que nos encontramos ante una crisis de valores (mucho más importante que la económica) y que esta manera de educar es fabulosa y necesaria. ¡Sigue así!